2 de abril, 2021 - Viernes Santo - Abandonado por Dios
Muchas gracias por probar nuestro servicio Iglesia en Casa.
Directamente abajo en español y aquí en inglés hay un servicio de adoración para usar en casa para leer como una familia, un individuo, o un grupo pequeño. Se incluyen enlaces a canciones y mensajes pastorales (inglés, español, bilingüe) que estarán disponibles cada sábado en Youtube. El jefe de familia puede liderar (L) y otros pueden responder (C) o todos pueden turnarse para leer las lecturas. Use los enlaces para las canciones y mensajes en el momento apropiado. No se sienta presionado para pasar por todo el asunto de una sola vez. Más bien, use cada elemento de este servicio para que sirva como una bendición para usted y su familia.
Si tiene una petición o si adora de esta manera este fin de semana, le pedimos que use o complete nuestra tarjeta de contacto en linea, o en el enlace a continuación en el servicio. ¡Comente para hacernos saber cómo fue y cualquier sugerencia que pueda tener!
Si le gustaría recibir este servicio de Iglesia en Casa cada semana por correo, puedes suscribir usando la forma más abajo, después del servicio.
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¡Que Dios bendiga su servicio de Iglesia en Casa esta semana!
Pastor William Dunn
Dios es justo. Dios es amor. Parece una paradoja ¿verdad? Dios en su justicia tiene que castigar el pecado, pero en su amor no quiere que nadie se pierda. En la cruz se encuentran ambas características de Dios, es decir, su amor y su justicia. En su justicia Dios castigó el pecado, pero castigó a sí mismo, a su Hijo Jesucristo, en vez de castigar a nosotros mostrando su amor inmenso. La cruz es una proclamación fuerte de ley y evangelio, de pecado y de gracia.
El Himno de Apertura - Solo en Jesús
La Invocación
L. En el nombre del Padre y del ☩ Hijo y del Espíritu Santo.
C. Amén.
La Confesión y Absolución
Comenzamos el servicio reconociendo cómo nos hemos pecado y están privados de la voluntad y el deseo de Dios para nuestras vidas, y recibimos las buenas nuevas de que somos perdonados en Jesucristo.
L. Acerquémonos a Dios con un corazón recto y confesemos nuestros pecados, pidiéndole en el nombre de Jesucristo para perdonarnos.
C. Dios de la vida, confieso que soy por naturaleza muerto en el pecado. Por preocupar sin fe y auto-orgullo, por los pecados de hábito y los pecados de voluntad, por lo malo que he hecho y lo bueno que he dejado de hacer, tú debes arrojarme de tu presencia por siempre. Oh Dios, lo siento por mis pecados. Perdóname, por los méritos de Jesucristo.
L. Cristo ha muerto. Cristo ha resucitado. Cristo vendrá de nuevo. Por su gran misericordia, Dios nos ha hecho vivos en Cristo aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados. Oigan la palabra de Cristo tal como lo proclamó al paralítico: "Ten, ánimo, los pecados te son perdonados." Tomemos en serio este perdón y lo proclamémonos el uno al otro en el nombre del Padre, y del Hijo ☩ y del Espíritu Santo. Amén.
La Oración del Día
L. Te suplicamos, bondadoso Dios, que mires con gracia y misericordia a nosotros tus hijos, por quienes nuestro Señor Jesucristo tuvo a bien ser traicionado y entregado en las manos de hombres pecadores y sufrir la muerte en la cruz; por el mismo Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos.
C. Amén.
La Primera Lectura - Isaías 52:13-53:12
Dios por medio del profeta Isaías describe en gran detalle unos setecientos años antes de Cristo, la agonía que Jesús iba a sufrir en la cruz. Isaías nos dice también el resultado de su sufrimiento y muerte inocente, “por su llaga fuimos nosotros curados.”
13 Miren, mi siervo triunfará;
será exaltado, levantado y muy enaltecido.
14 Muchos se asombraron de él,
pues tenía desfigurado el semblante;
¡nada de humano tenía su aspecto!
15 Del mismo modo, muchas naciones se asombrarán,
y en su presencia enmudecerán los reyes,
porque verán lo que no se les había anunciado,
y entenderán lo que no habían oído.
53 ¿Quién ha creído a nuestro mensaje
y a quién se le ha revelado el poder del SEÑOR?
2 Creció en su presencia como vástago tierno,
como raíz de tierra seca.
No había en él belleza ni majestad alguna;
su aspecto no era atractivo
y nada en su apariencia lo hacía deseable.
3 Despreciado y rechazado por los hombres,
varón de dolores, hecho para el sufrimiento.
Todos evitaban mirarlo;
fue despreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades
y soportó nuestros dolores,
pero nosotros lo consideramos herido,
golpeado por Dios, y humillado.
5 Él fue traspasado por nuestras rebeliones,
y molido por nuestras iniquidades;
sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz,
y gracias a sus heridas fuimos sanados.
6 Todos andábamos perdidos, como ovejas;
cada uno seguía su propio camino,
pero el SEÑOR hizo recaer sobre él
la iniquidad de todos nosotros.
7 Maltratado y humillado,
ni siquiera abrió su boca;
como cordero, fue llevado al matadero;
como oveja, enmudeció ante su trasquilador;
y ni siquiera abrió su boca.
8 Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte;
nadie se preocupó de su descendencia.
Fue arrancado de la tierra de los vivientes,
y golpeado por la transgresión de mi pueblo.
9 Se le asignó un sepulcro con los malvados,
y murió entre los malhechores,
aunque nunca cometió violencia alguna,
ni hubo engaño en su boca.
10 Pero el SEÑOR quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir,
y como él ofreció su vida en expiación,
verá su descendencia y prolongará sus días,
y llevará a cabo la voluntad del SEÑOR.
11 Después de su sufrimiento,
verá la luz y quedará satisfecho;
por su conocimiento
mi siervo justo justificará a muchos,
y cargará con las iniquidades de ellos.
12 Por lo tanto, le daré un puesto entre los grandes,
y repartirá el botín con los fuertes,
porque derramó su vida hasta la muerte,
y fue contado entre los transgresores.
Cargó con el pecado de muchos,
e intercedió por los pecadores.
El Salmo - Salmo 22
Al director musical. Sígase la tonada de «La cierva de la aurora». Salmo de David.
1 Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Lejos estás para salvarme,
lejos de mis palabras de lamento.
2 Dios mío, clamo de día y no me respondes;
clamo de noche y no hallo reposo.
3 Pero tú eres santo, tú eres rey,
¡tú eres la alabanza de Israel!
4 En ti confiaron nuestros padres;
confiaron, y tú los libraste;
5 a ti clamaron, y tú los salvaste;
se apoyaron en ti, y no los defraudaste.
6 Pero yo, gusano soy y no hombre;
la gente se burla de mí,
el pueblo me desprecia.
7 Cuantos me ven, se ríen de mí;
lanzan insultos, meneando la cabeza:
8 «Éste confía en el SEÑOR,
¡pues que el SEÑOR lo ponga a salvo!
Ya que en él se deleita,
¡que sea él quien lo libre!»
9 Pero tú me sacaste del vientre materno;
me hiciste reposar confiado
en el regazo de mi madre.
10 Fui puesto a tu cuidado
desde antes de nacer;
desde el vientre de mi madre
mi Dios eres tú.
11 No te alejes de mí,
porque la angustia está cerca
y no hay nadie que me ayude.
12 Muchos toros me rodean;
fuertes toros de Basán me cercan.
13 Contra mí abren sus fauces
leones que rugen y desgarran a su presa.
14 Como agua he sido derramado;
dislocados están todos mis huesos.
Mi corazón se ha vuelto como cera,
y se derrite en mis entrañas.
15 Se ha secado mi vigor como una teja;
la lengua se me pega al paladar.
¡Me has hundido en el polvo de la muerte!
16 Como perros de presa, me han rodeado;
me ha cercado una banda de malvados;
me han traspasado las manos y los pies.
17 Puedo contar todos mis huesos;
con satisfacción perversa
la gente se detiene a mirarme.
18 Se reparten entre ellos mis vestidos
y sobre mi ropa echan suertes.
19 Pero tú, SEÑOR, no te alejes;
fuerza mía, ven pronto en mi auxilio.
20 Libra mi vida de la espada,
mi preciosa vida del poder de esos perros.
21 Rescátame de la boca de los leones;
sálvame de los cuernos de los toros.
22 Proclamaré tu nombre a mis hermanos;
en medio de la congregación te alabaré.
23 ¡Alaben al SEÑOR los que le temen!
¡Hónrenlo, descendientes de Jacob!
¡Venérenlo, descendientes de Israel!
24 Porque él no desprecia ni tiene en poco
el sufrimiento del pobre;
no esconde de él su rostro,
sino que lo escucha cuando a él clama.
25 Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea;
ante los que te temen cumpliré mis promesas.
26 Comerán los pobres y se saciarán;
alabarán al SEÑOR quienes lo buscan;
¡que su corazón viva para siempre!
27 Se acordarán del SEÑOR y se volverán a él
todos los confines de la tierra;
ante él se postrarán
todas las familias de las naciones,
28 porque del SEÑOR es el reino;
él gobierna sobre las naciones.
29 Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra;
ante él se postrarán todos los que bajan al polvo,
los que no pueden conservar su vida.
30 La posteridad le servirá;
del Señor se hablará a las generaciones futuras.
31 A un pueblo que aún no ha nacido
se le dirá que Dios hizo justicia.
La Segunda Lectura - Hebreos 4:14-16; 5:7-9
El escritor a los hebreos se nos revela a Jesucristo como nuestro gran Sumo Sacerdote, el cual compartía en la humanidad, sufriendo las mismas tentaciones como nosotros sin pecar. Por su obediencia y muerte tenemos uno que a la vez entiende nuestra necesidad y que nos da el remedio.
14 Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. 16 Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.
7 En los días de su vida mortal, Jesús ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su reverente sumisión. 8 Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; 9 y consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen.
El Evangelio - Juan 19:17-30
Jesucristo, el Rey de reyes, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Aún sufriendo dolores físicos y la carga de los pecados del mundo, Cristo mostró su amor para con su madre María y cumplió con todas las profecías del Antiguo Testamento. Al morir, podía verdaderamente decir, “Consumado es.” La deuda del pecado fue cancelada. La salvación es un hecho para todos los que creen en él.
17 Jesús salió cargando su propia cruz hacia el lugar de la Calavera (que en arameo se llama Gólgota). 18 Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio.
19 Pilato mandó que se pusiera sobre la cruz un letrero en el que estuviera escrito: «Jesús de Nazaret, Rey de los judíos.» 20 Muchos de los judíos lo leyeron, porque el sitio en que crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad. El letrero estaba escrito en arameo, latín y griego.
21 —No escribas “Rey de los judíos”—protestaron ante Pilato los jefes de los sacerdotes judíos—. Era él quien decía ser rey de los judíos.
22 —Lo que he escrito, escrito queda—les contestó Pilato.
23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron su manto y lo partieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. Tomaron también la túnica, la cual no tenía costura, sino que era de una sola pieza, tejida de arriba abajo.
24 —No la dividamos—se dijeron unos a otros—. Echemos suertes para ver a quién le toca.
Y así lo hicieron los soldados. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice:
«Se repartieron entre ellos mi manto,
y sobre mi ropa echaron suertes.»
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la esposa de Cleofas, y María Magdalena. 26 Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a quien él amaba, dijo a su madre:
—Mujer, ahí tienes a tu hijo.
27 Luego dijo al discípulo:
—Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquel momento ese discípulo la recibió en su casa.
28 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:
—Tengo sed.
29 Había allí una vasija llena de vinagre; así que empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en una caña y se la acercaron a la boca. 30 Al probar Jesús el vinagre, dijo:
—Todo se ha cumplido.
Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
El Himno del Día - El Poder de la Cruz
Sermon Bilingüe -o- Sermon en Español
La Confesión de la Fe - El Credo Apostólico
Declaramos las verdades de la fe que han unido a la iglesia durante miles de años.
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Y creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, murió, y fue sepultado; descendió al infierno; al tercer día resucitó de entre los muertos, subió al cielo, y está sentado a la derecha, de Dios Padre Todopoderoso; y de allí vendrá de nuevo a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia cristiana, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección del cuerpo, y la vida eterna. Amén.
La Ofrenda
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Oración General
Use este tiempo para orar a Dios por cualquier cosa que esté en su corazón y mente. Recuerde quién es Dios y cómo se describe a sí mismo en la Biblia. Concéntrese en su perspectiva eterna. Considere no solo su propia vida, sino también la vida de los demás. Finalmente, ore con confianza sabiendo que Dios lo escucha y ore en el nombre de su salvador, Jesucristo.
El Padrenuestro
Canta usando el enlace o reza la oración abajo que Jesús enseñó a sus discípulos.
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a nos tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy; y perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
La Bendición
Así como Dios le dijo a Aarón que bendijera a su pueblo de esta manera, le pedimos a Dios que nos bendiga a mientras seguimos con nuestras vidas.
L. El Señor nos bendiga y nos guarde;
El Señor haga resplandecer su rostro sobre nosotros y tenga misericordia de nosotros;
El Señor vuelva su rostro hacia nosotros, y ☩ nos conceda la paz.
C. Amén.